LOS CUENTOS DE DOÑA PREGUNTONA

lunes, 18 de abril de 2011

La llave de Josefina



Hay gente que no tiene paciencia para leer historias.
Acá se cuenta que Josefina iba caminando y encontró una llave. Una llave sin dueño. Josefina la levantó y siguió andando.
Seis pasos más allá encontró un árbol. Con la llave abrió la puerta del árbol y entró. Vio cómo subía la savia hasta las ramas y subió con la savia.
Y llegó a una hoja y a una flor. Se asomó a la orilla de un pétalo, vio venir a una abeja y la vio aterrizar.
Con la llave, Josefina abrió la puerta de la abeja y entró.
La oyó zumbar desde adentro, conoció el sabor del néctar y el peso del polen.
Y voló hasta un panal.
Con la llave abrió la puerta del panal, abrió la puerta de una gota de miel y entró y goteó sobre la zapatilla de un hombre que juntaba la miel.
Hay gente que en esta parte ya se aburrió y prende la tele. Pero la historia dice que, con la llave, Josefina abrió la puerta del hombre y entró. Y sintió lo fuerte que quema el sol y cómo se cansa la cintura y que el agua es fresca. Y, con la mano del hombre, acarició a un perro común y silvestre.
Con la llave, Josefina abrió la puerta del perro y entró. Y les ladró a las gallinas, al gato y al cartero. Y después abrió la puerta del cartero, del gato, de las gallinas, de las limas para uñas, de las tortas de crema, de los banquitos petisos y de los grillos.
Hay gente que, a esta altura, ya se fue a tomar la leche. Pero la historia dice que, cuando estuvo segura de que esa llave abría todas las puertas, Josefina abrió la puerta de Josefina y entró.
Se sentó en el banquito petiso y, con la lima para uñas, se puso a hacer otra llave distinta a la primera, pero igual.
Después se quedó sentada en el banquito, pensando. Josefina quiere elegir a quién darle la segunda llave. Porque no es cuestión de entregársela a cualquiera.
Pero si vos todavía estás ahí, si no prendiste la tele y no te fuiste a tomar la leche... acá la tenés, tomala. Porque dice Josefina que la llave es tuya.

Iris Rivera

Extraído, con autorización de la autora, del libro Sacá la lengua (Buenos Aires, Editorial El Ateneo, 1999; colección Cuenta conmigo).

sábado, 22 de enero de 2011

Alrededor de los libros, Graciela Cabal


Dicen que los coleccionistas suelen ser personas de larga vida. Parece que a ellos nunca les llegara la hora de morirse. Mejor dicho, sí, les llega, igual que a todo el mundo, pero los coleccionistas se resisten a morir. Y no se mueren. ¿Y eso por qué? Porque a su colección más bien a sus colecciones siempre les anda faltando algo...
Caso parecido, creo yo, es el de los lectores. Hablo de los lectores adictos, de los que leen lápiz en mano, como le gusta a Steiner, dialogando con el autor; de los que jamás salen sin un libro en la mano, por cualquier cosa; de los que compran libros que, intuyen, nunca van a llegar a leer; de los que están deseando volver a casa para arrebujarse dentro del libro que están leyendo; de los que repasan la historia de su propia vida a través de las marcas que fueron dejando en sus libros; de los que acarician los libros y los olfatean y duermen con ellos debajo de la almohada; de los que abren un libro al azar para encontrar la respuesta a alguna pregunta, el consuelo a algún dolor; de los que retrasan la lectura de las últimas páginas para alargar el placer; de los que cuando terminan un bello libro se preguntan: "¿Y ahora, qué va a ser de mí?".
Mi papá era un lector de ésos. "Todavía no me puedo morir decía, disculpándose : tengo que terminar El otoño del patriarca... ". Y no se moría. Porque antes de terminar ese libro ya empezaba otro. Y entonces era cosa de nunca acabar. Una estrategia, como cualquier otra. Es que para lectores así la muerte es un verdadero escándalo. Con todo lo que hay que leer...
Quiere decir que es cierto: leer alarga la vida. Y eso no sólo referido a la posibilidad de vivir vidas ajenas, de agregar un cuarto a la casa de la vida, como decía Bioy Casares, de hacer cosas que jamás haríamos en la existencia común y corriente subir a las estrellas, bajar al fondo del mar, desenterrar tesoros en islas desiertas , no. Hablo de vivir más tiempo, literalmente hablando.
Claro que, finalmente, los lectores adictos también se mueren. Pero lo hacen tan a su pesar, tan aferrándose con uñas y dientes a la poquita vida que les va quedando...
(Catedral de Santander, sepulcro de don Marcelino Menéndez y Pelayo, una de las estatuas funerarias más bellas de España. De larga barba y hábito de monje, don Marcelino duerme el sueño final. Y su cabeza se apoya en una almohada de libros. En los libros, una leyenda grabada: ¡Qué lástima morir cuando me queda tanto por leer!)
A veces la resistencia del lector a morir es intolerable hasta para la misma Muerte quien, condolida, se inclina a susurrar en los oídos del moribundo: "No temas, no desesperes, que el cielo debe de ser una lectura continua e inagotable…”, según dice Virginia Woolf, una escritora que ella, la Muerte, conoce muy bien. Otras veces la Muerte hace como que se confunde, como que se distrae, y mira para otro lado... Y el que muere es uno que no tenía nada que ver, pero que andaba por el mundo sin un libro en la mano que lo protegiera de todo mal...
De lectores trata este libro. Y quien dice leer dice escribir también trata de escritores, esas bombas de tiempo, esos seres que nunca terminan de crecer y sentar cabeza. Fernando Pessoa, por ejemplo, que en el Libro del desasosiego se pregunta: Dios me creó para niño y me dejó siempre niño. ¿Pero por qué permitió que la vida me maltratase y me quitase los juguetes ... ?
Y también trata de maestros, y de chicos, y de la risa, y de los primeros encuentros con los libros, y del derecho a la fantasía, y de lo siniestro, y de la felicidad, y del miedo, la emoción más antigua* que está en el origen de toda creación...
Son algunos de los temas en torno de los cuales fui reflexionando a lo largo de estos últimos años. Los mismos temas enfocados desde diferentes puntos de vista. Y que se van ampliando, como los círculos en el agua. Después de todo, uno habla apenas de sus obsesiones. De lo que puede, no de lo que quiere. Y desde donde puede, que en mi caso suele ser el humor y la infancia.

Graciela Cabal nació en Buenos Aires el 11 de noviembre de 1939. Falleció en la misma ciudad el 23 de febrero de 2004.
Maestra normal, graduada en Letras en la Universidad de Buenos Aires.
Trabajó en el ámbito editorial, en la investigación periodística y en la elaboración de guiones de
televisión. Presidenta de Alija, sección nacional de IBBY (1993-1995).
Autora de Secretos de familia; Mujercitas ¿eran las de antes?; La emoción más antigua, para el público adulto, y de Carlitos Gardel; Las Rositas; La pandilla del ángel; Toby; Tomasito; Miedo, entre otros libros para niños; también es autora de una versión de la Biblia. Ha publicado más de setenta títulos. De próxima aparición, Las cenizas de papá, Alfaguara, España.
 

fuente e ilustración: Páginas Sueltas

lunes, 27 de diciembre de 2010

De cómo el hamster Tuki se perdió en la cocina

Este cuento escrito por Adriana Agrelo, podría considerarse un relato a favor del placer de la lectura, del descubrimiento de un mundo posible en el que podemos sumergirnos y vivir intensamente a través de la imaginación:

Haz click aquí para escuchar el cuento




domingo, 26 de diciembre de 2010

Las Aventuras de la Rana Carolina
Adriana Agrelo
   

arolina era una rana muy traviesa y saltarina. Vivía en cualquier charco y saltaba sin cesar investigando los alrededores para descubrir el mundo. A Carolina le gustaba cantar toda la noche, sobre todo en las noches de verano de estrellas y de luna redonda.

Un día se zambulló en un charco de agua cristalina y estaba muy tranquila panza arriba cuando vió una cara enorme con ojos negros que la observaba, se asustó mucho y quiso escapar pero una mano la encerró y la metió en un frasco transparente.

- Hola ranita - dijo la nena - me llamo Erika ¿y vos?

Carolina no contestó se quedó muda y quietita observando desde el fondo del frasco. Vió que la nena estaba metida también en el charco y que había otros nenes y nenas todos zambulléndose y gritando.

De repente Erika llama a otra nena:

- Ivana, Ivana, encontré una ranita, ¡¡¡mirá qué linda !!!



Carolina alcanzó a ver un ojo grande que se acercaba al frasco y la observaba.


- Cómo se llama?
- Tonta, cómo lo voy a saber si las ranas no hablan....- dijo Erika haciéndose la piola, sin contarle a su hermana que ella había intentado hablar con la rana. .


- Me llamo Carolina, soy una rana de charco y me quiero ir a mi casa, dejenme salir -

Ivana y Erika quedaron muy sorprendidas cuando les habló Carolina, pero no querían soltarla, querían llevársela a su casa y entonces la metieron dentro de una mochila y empezaron a pensar cómo iban a hacer para esconderla en su cuarto y que sus papás no la descubrieran..

- Ya sé!!!- dijo Ivana, la meteremos en la pecera, con Pepe, nuestro Pecesito dorado, no creo que se lo coma, le daremos galletitas o cereales antes de irnos a la escuela y mamá no se va a dar cuenta -
- Qué buena idea hermanita, después la sacamos a pasear cuando vamos a la plaza, con el collar de Blackie -
- Pero Erika, Carolina es una rana, no un gato, las ranas no se pasean con collar -
- ¿Ah no? y entonces ¿cómo la llevamos? -
- Esteee,....en el frasco, nos metemos el frasco en el bolsillo y cuando llegamos a la plaza la soltamos en la fuente para que cante, salte y se refresque -


- Pero se va a escapar.....
- No, ella será nuestra amiga y querrá volver con nosotros a la pecera, quiero decir nosotras a casa y ella a la pecera con Pepe.


- ¿A vos te parece que mamá querrá tener en casa además de un gato y un pez, una rana?
- Bueno, Erika, todavía no le vamos a decir que Carolina es una rana....

- Ah, y vos pensás que cuando mamá la vea va a pensar que es un dibujito animado, mirala bien, es verde como una rana, canta como una rana, salta como una rana, le gusta el agua como a una rana.....



- ¡Basta! ¡Basta! No seas pesada, mamá no se va a dar cuenta y papá es tan distraído que si no se la ponen delante de los ojos no la ve.


- ¿Estás segura? -

- Por supuesto, confia en mí.


Después de este dialogo Carolina asustada pensö: '¡¡¡En qué lío me he metido!! Estas nenas no me van a dejar ir nunca a mi casa con mi mamá. Eso me pasa por desobediente, por irme sin permiso del charco familiar. . Y ahora ¿qué voy a hacer? "

Mientras Carolina se lamentaba afligida, Erika e Ivana estaban contentísimas haciendo planes para incorporar a la ranita a sus vidas y que sus papis no se dieran cuenta.

- Mirá Ivana, hasta que no la descubran, la esconderemos en distintos lugares, un día en la mochila, otra en la pecera, otra en la bañera, otra en una cacerola llena de agua en la cocina, otro día la disfrazamos con las ropas de Barbie y la hacemos dormir con nosotras, mamá y papá van a pensar que es una de nuestras muñecas.....


- A vos te parece Erika que Carolina se parece a Barbie, a mi me gusta la ranita pero es tan fea... y las Barbies son tan lindas...


- Qué mala que sos, Carolina es más linda que las Barbies, lo que pasa que Carolina tiene cara de rana, pero seguro, seguro que en su mundo es una de las ranas más lindas, quizá es una princesa encantada, no una rana...

- Hay Erika vos lees muchos cuentos....
- Sabés que todavía no sé leer



- Bueno, escuchás muchos cuentos, sobretodo los cuentos que te escribe la tía Adriana y tenés la cabeza llena de pajaritos....
- Bien que te gustan a vos los cuentos de la tía......además es cierto que hay princesas a las que alguna bruja transforma en ranas.






- Qué divertidas estas nenas, las cosas que inventan y esa tía Adriana que les cuenta cuentos, me gustaría conocerla, ¿yo una princesa....? me mato de risa, aunque¿podría ser no? ¿por qué siempre tengo que ser una rana de charco? Sí, voy a ser una princesa encantada.

Esa noche mientras papi y mami dormían, Erika e Ivana fueron de puntitas de pié hasta el baño, cerraron la puerta, llenaron de agua la bañera y abriendo el frasquito donde estaba Carolina la zambulleron en la bañera. La ranita nadó contenta de un lado al otro y luego se quedó flotando panza arriba.

- Por favor, Carolina no cantés esta noche que vas a despertar a mi mamá, a mi papá no porque ronca como un tronco. Mañana temprano te venimos a buscar. - dijeron a coro las nenas.



Carolina trató de no cantar, estaba en un charco de lujo, con agua cristalina y tibiecita, eso sí como era una rana saltarina, saltó y saltó por todo el baño hasta que se cayó en la bañera un frasco de champú y el agua comenzó a llenarse de espuma perfumada. ¡ Qué contenta que estaba Carolina jugando entre la espuma blanca! Después saltó sobre el papel higiénico y el rollo comenzó a esparcirse por todo el piso. Al poco tiempo el baño era un verdadero desastre, lleno de papel, jabones por el suelo, la bañera rebalsando de espuma y Carolina saltando y saltando por todos lados.

Ah, me olvidaba del dentífrico, la ranita también saltó sobre el pomo, lo destapó y salpicó todos los azulejos.



A la madrugada Carlos, el papá de las nenas fue al baño y ni bien puso un pié y encendió la luz se resbaló con un jabón y se fue al suelo. No vamos a repetir las palabrotas que dijo, pero Carolina se asustó y saltó sobre la panza de Carlos, este viendo el desastre que había en el baño y a la rana saltando sobre su panza trató de atraparla, pero se le escurrió y se perdió por el pasillo -

- ¡Erika e Ivana !! - gritó el papá - y las nenas se despertaron asustadas -
- ¡Carolina! - gritaron y salieron al pasillo - justo cuando Carolina llegaba saltando al comedor y se escapaba por el balcón -
- Erika e Ivana, ¿de dónde salió esa rana ? - les preguntó el papá enojadísimo -
- ¿Qué rana papito? - dijeron las dos con cara de inocentes -
- Esa, que salió saltando y destrozó todo nuestro baño -
- Nosotras no vimos ninguna rana -
- ¡ Dios mío! - dijo la mamá que se había despertado con los gritos - ¿ otra vez se pusieron a jugar en el baño?
- Nosotras estábamos durmiendo - dijeron
- Bueno, como son unas mentirosas y no me dicen de dónde sacaron esa rana...se quedan una semana sin ver dibujitos - ¿entendieron?
- Sí papito, dijeron las nenas y se pusieron a llorar, no tanto por el castigo sino porque Carolina, su ranita se había ido para siempre.......

Pasó el tiiempo y las nenas siempre recordaban a Carolina, jamás le contaron a sus papis su secreto, pero cada vez que iban a la pileta o encontraban un charquito de agua en algún parque la buscaban. Algún día la encontrarían porque los amigos siempre se encuentran.
Adriana Agrelo y Elena Jaime 
  

abía una vez una niña llamada Aimé que miraba la vida a través de la ventana de su cuarto y soñaba con lugares que nunca iba a conocer. La ventana daba la jardín el jardín tenía una reja de madera del otro lado se veía la calle y más allá un parque con árboles frondosos y columpios y subeybajas y viejitas dándole de comer a los pájaros y niños jugando y gritando los nombres de otros niños pero nunca el nombre de Aimé, el viento le llevaba sus voces, le traía rumores de hojas verdes, murmullos apenas perceptibles, trinos, el ronronear de los motores que pasaban por su calle, pero el nombre de Aimé nunca, porque ella no tenía amigos, salvo el pájaro Adriel, del que estaba profundamente enamorada. Por Adriel, Aimé había logrado salir del marco de su ventana y había bajado al jardín y lo había visto volar entre flores y ramas y lo había visto comer miguitas de pan de su mano. Todas las mañanas Aimé bajaba al jardín y jugaba con Adriel que cantaba para ella las más bellas melodías.
Por las noches soñaba que era un pájaro y que volaba por encima de su casa y se posaba en la chimenea y que Adriel con su plumaje brillante como polvo de estrellas, se acercaba volando y juntos disfrutaban del mágico encanto de la noche. Otras veces soñaba que Adriel era un príncipe encantado atrapado en el cuerpo de un pájaro y que ella con un beso lo transformaba, pero cuando se despertaba aún con la sonrisa de felicidad y con el sabor tibio de su presencia se daba cuenta que todo era un sueño e inevitablemente se ponía a llorar. Entonces para no sufrir, porque ella no era pájaro ni él príncipe y jamás podrían estar juntos, dejó de bajar al jardín y cerró su ventana, tan triste estaba que no quería comer y sólo dormía todo el día para soñar y estar así con su amado Adriel en sus sueños. De nada sirvieron los picoteos de Adriel en el vidrio de su ventana, llamándola día tras día, ni los postres y tortas que su mamá le preparaba para abrirle el apetito, ni las largas serenatas que todas las mañanas Adriel cantaba para ella. Finalmente vino el doctor y le dió unas vitaminas y Aimé comenzó a recuperarse pero no era felíz, salvo en los sueños. Tanto soñó y tan fervientemente deseó que sus sueños fueran realidad que no se sorprendió cuando una mañana el sol acarició sus plumas azuladas y ella voló hasta la ventana abierta y luego más allá hasta la cerca de madera y luego hasta las ramas más alta de los árboles y vió a una niña que la miraba sonriente y desde el jardín la saludaba con la mano: Adiós Aimé le decía la niña que ahora era un pájaro de plumas azuladas y volaba cada vez más alto junto a Adriel, su pájaro cantor. Y así Aimé, la niña triste y solitaria, se transformó en una niña alegre y tuvo muchos amigos a los que les contaba su sueño y les enseñaba a volar muy alto con las alas de la imaginación. Y desde entonces si hay un niño sólo detrás de una ventana mirando el mundo, Adriel y Aimé suelen aparecerse por un momento a regalarles su canto y su alegría.
 

Historias del bosque musical

Adriana Agrelo
   
n el bosque musical donde vivía la Brujita Adelaida, las palabras cansadas de hacer silencio se fueron poco a poco a otro lugar. Al principio nadie se dio cuenta, tan ocupado estaba el bosque y su habitantes inventando sonidos, construyendo instrumentos de viento, de lluvia, de truenos y relámpagos, que las palabras se fueron sin despedirse.

Una mañana la brujita se levantó y quiso llamar a su gato pero se había olvidado su nombre porque no le salió ni una palabra de la boca, tuvo que silbar para encontrarlo, luego se fue a su taller a trabajar en unas nuevas fórmulas mágicas que llenarían de distintos sonidos a las hojas de los árboles. Era una buena idea y ella estaba orgullosa con su invento. Cada hoja tendría su sonido y al caer en otoño los árboles entregarían al bosque una hermosa canción, también tenía una fórmula musical para la primavera cuando las hojitas comenzaran a crecer y estaba trabajando una complicadísima magia para el invierno.

Adelaida habia escrito sus conjuros en un cuaderno y cuando se disponía a leerlas abre la tapa y ¡Oh, gran sorpresa!!, el cuaderno está vacío, las hojas en blanco, sin ninguna letra escrita. Quiso pedir auxilio a la Bruja Madre que se llamaba Esmeralda, pero nada, había perdido las palabras, seguramente se habían fugado una tras otra, de letra en letra haciendo fila india como las hormigas y traviesas se habían escondido en algún hoyo.

Ese día todos los habitantes del bosque se dieron cuenta, a medida que despertaban y daban sus tres bostezos, como era su costumbre, que no podían comunicarse porque las palabras se habían ido para siempre de sus bocas.

Sorprendidos y asustados se encontraron todos en la plaza del pueblo que era el lugar donde siempre se reunían para resolver los grandes problemas.

El intendente con un gesto hizo tocar la trompeta a la banda municipal para anunciar que iba a iniciar un discurso. El intendente era muy distraído y no recordaba que el motivo de la reunión era solucionar el problema de las letras que se habían escapado no sólo de sus bocas, sino de todos los libros, cuadernos y cuanta cosa escrita hubiera en el bosque musical.

Entonces señaló a todos los presentes con el dedo, se tocó la boca, negó tres veces con la cabeza, como diciendo no tengo palabras, no tengo palabras, no tengo palabras y a continuación se encongió de hombros. Todos se enojaron, si bien era cierto que el intendente era un plomo que siempre daba laaaaaaargooooos discursos, no era justo que él también se quedara sin palabras en este momento, entonces cada uno de los habitantes del bosque comenzó a tocar un instrumento, cacerolas, tachos, violines, guitarras, tambores, cornetas, flautas y cualquier objeto que sonara y se armó un batifondo bárbaro. Tanto ruido hicieron que las letras, que siempre habían sido muy curiosas salieron una a una de su escondite y se asomaron por los huequitos de los árboles, primero timidamente y después de cuerpo entero, se posaron en cada rama como si fueran pajaritos.

La brujita Adelaida que era muy inteligente las vió y en puntillas de pie recogió dos redecillas de cazar mariposas y las fue atrapando, las letras no tuvieron tiempo de nada, porque todos los niños, los papás, las mamás y hasta los abuelos más viejitos se dedicaron a atrapar letras en sus redes de mariposas.
Una vez que las atraparon a todas, la brujita se señaló el pecho como diciendo yo, hizo un gesto con la mano como si sostuviera un lápiz sobre una hoja invisible, como diciendo escribiré, giró la mano dos veces esto quería decir de vuelta y luego abrió los brazos como abarcando al mundo entero afirmando Todo.



¿Ella iba a realizar la difícil tarea de escribir de vuelta toooodo lo que estaba escrito? Formaría nuevamente cada palabra, sacando las letras rebeldes de cada red y juntándolas como corresponde y ¿quién la ayudaría ? : la brujita señaló a dos nenas muy inteligentes y trabajadoras que se llamaban Erika e Ivana, y todo el pueblo las aplaudió y les deseó buenas suerte haciendo gestos con las manos: unos levantaban el pulgar, otros hacían la V de la victoria y así terminó ese día , pero todavía la brujita Adelaida y sus ayudantes no habían conquistado el reino de las palabras.

Adelaida entró a la casa con Erika e Ivana, silbó para llamar a su gato Bola Blanca que era redondito y blanco como un copo de algodón o como un helado de crema americana. Golpeó las manos para indicarles a las nenas que fueran a dormir que mañana sería otro día sin palabras y que había que trabajar mucho para volverlas a armar. Escondió las bolsas de letras en un gran baúl y luego las encerró con un candado.



A la mañana siguiente Erika e Ivana tomaron su desayuno con Adelaida y Bola Blanca que tenía su platito con leche tibia y comenzaron a trabajar.

Adelaida dibujando una letra en el aire le indicó a Erika quebuscara todas las palabras que empezaran con E y a Ivana todas las que empezaran con O , ella buscaría la As y las íes y solo quedaban para el final las úes que en realidad eran muy poquitas, pensaba la brujita.

Erika había logrado formar una hilera enorme de palabras con E, empecemos por la más grande:

ELE- ANTE
ELEGANTE
ENTERO
ESPATULA
ESTUPIDO
ESPARRAGO
ENCONTRAR
ELEGIR
ENSAYAR
EMILIA
ESTEBAN
ELENA



Ivana también formó muchas palabras con O:

OSO
ORUGA
OLA
O -USCADO
O-ERTA
OCRE
ORRIPILANTE
OSCURO
OSCAR
O-ELIA
OSAMENTA
ORO
OMAR

y Adelaida con í

IDIOTA
IN-ELIZ
INGRATA
IRMA
IRENE
IVANA
y con a

AMIGA
AL-AL-A
ALELÍ
AMARILLO
AZUL
ALEGRIA
ARMADURA
ANTIGUO
ALMIDÓN
ANANÁ
ALELÍ
AMOR


Y así sucesivamente..... pero...¿ no notan algo raro chicas ? Adelaida, que para darse cuenta de las cosas era una bruja verdadera, sí lo notó y les señaló la primer palabra . Entonces Erika se dió cuenta que le fataba una letra la F de Elefante y ¿a qué otras palabras le falta la F?

Las tres la empezaron a buscar por toda la casa pero no la encontraron y ahora ¿qué iban a hacer? a Erica y a Ivana se les ocurrió una idea brillante agarraron una E y le quitaron el tercer palito y entonces quedó una F y se la pusieron primero al Elefante y luego a todas las otras palabras. Total, aunque quedaran menos E, de ahora en más todo el pueblo ahorraría la E, por ejemplo si se quieren reír nada de JEJEJE, nos reíremos JAJAJAJA o JIJIJIJI hasta podemos reir JOJOJO como Papá Noel y en lugar de Epa!!! diremos Upa! o Ajá! y no diremos nene sino chico o niño y nada de bebé que lleva dos e, diremos ......niño diminuto o algo por el estilo, nada de sos mi bebé, sino sos mi amorcito, cariñito o alguna otra palabra mimosa. Y bueno pensaron cosas por el estilo para usar pocas E en todas las palabras, pero Erika protestó un poquito porque no quería llamarse Rika, ella no ahorraría la E de su nombre, entonces Adelaida le dijo que los nombres no se cambiarían porque sería un lío que la gente se llamara de otra manera y que ella también tenía una E y ni loca pensaba sacársela para llamarse ADLAIDA se le trabaría la lengua cada vez que pronunciara su nombre. ¿no?


De todas maneras, la F es una letra muuuuuuy importante y vale la pena perder algunas E. Si a Erika y a Ivana no se les hubiera ocurrido eso, los chicos no podrían cantar más el Felíz cumpleaños, ni decir Felíz Navidad ni la maestra les escribiría a los chicos en el cuaderno Felicitado, piensen chicos qué lío se armaría sin la F. se perdería para siempre en el bosque la Felicidad.


Bueno, después de este contratiempo siguieron trabajando todo el día, hasta escribir todas las palabras que recordaban, las palabras que servían para contar cuentos, para escribir recetas de cocina, para poner letreros en los negocios, para que la brujita Adelaida pudiera escribir sus fórmulas mágicas.

Y muy cansadas las tres, cuando la luna finita dibujaba una sonrisa en el cielo, se durmieron en silencio.

Mientras dormían las letras traviesas, orgullosas de ser tan necesarias para la gente que sin ellas no podían hablar, decirse cosas lindas, pelearse, llamar a las cosas por su nombre, etc. etc., decidieron suspender su enojo y volvieron a juntarse. En un santiamén se metieron en los libros, se encendieron en los letreros de los negocios, en la guía telefónica, en los diccionarios, en fín, volvieron a todos los lugares donde antes estaban y le dejaron un mensaje a la brujita Adelaida que decía así:

Nosotras las letras que formamos todas las palabras hemos decidido perdonar a los habitantes del bosque musical y volver a ser una familia, nos encontrarás en tus libros y en todos los lugares que antes frecuentábamos y como fuiste tan astuta que nos atrapaste y les dimos tanto trabajo a vos y a tus asistentes Erika e Ivana te dejamos esta fórmula mágica para que la gente pueda volver a nombrarnos:

Abra la palabra
con pata de cabra,
todos en la plaza
verán lo que pasa,
la gente contenta
reirá a pierna suelta
por que volverán
a hablar sin parar.



Bueno estás son las palabras mágicas pero una vez que las digas en la plaza se borrarán para siempre de tu mente y de la de tu pueblo. Porque la próxima vez que se olviden de nosotras no volveremos más. Por ahora Adelaida nos has conquistado.

Al día siguiente cuando Adelaida tocó la corneta en la plaza, todo el pueblo se reunió y ella tomando su varita golpeó tres veces el aire y dijo las palabras:

Abra la palabra
con pata de cabra,
todos en la plaza
verán lo que pasa,
la gente contenta
reirá a pierna suelta
por que volverán
a hablar sin parar.

Abra la palabra
con pata de cabra,
todos en la plaza
verán lo que pasa,
la gente contenta
reirá a pierna suelta
por que volverán
a hablar sin parar.

y ni bien terminó todos hablaron, entonces vino el intendente y quiso dar un laaaaaaargo discurso pero la gente le tiró tomates, huevos y pepinos por la cabeza y eligieron como nuevo intendente a la brujita Adelaida y dos ayudantes Erika e Ivana y las tres gobernaron desde ese día el bosque musical.

jueves, 23 de diciembre de 2010

      
   
abía una vez una niña que se llamaba Preguntona, porque a todos les hacía preguntas

¿Por qué sale el sol?
¿Cómo nacen los niños?
¿Dónde está Dios?
¿Por qué la tierra es redonda?
¿Por qué llueve?
¿Por qué la luna es finita y a veces es redonda y amarilla y otras veces no se ve?
¿Por qué la gente llora?
¿Por qué los flamencos tienen medias rosadas?
¿Y los leones melena y los elefantes trompa?

Y así un sinfín de preguntas que nunca encontraban la respuesta adecuada, o que no la tenían según sus padres y maestros.
Preguntona enloquecía a todos con sus preguntas hasta que un día, cerca de las Navidades pasa por la librería de Gabriel y ve un arbolito de Navidad que en lugar de bombitas tiene libros colgando de sus ramas y Gabriel le dice

Preguntona, encontrarás la respuesta a tus preguntas en estos libros, cada uno te irá enseñando el camino y te abrirá la mente a nuevas preguntas y respuestas

Y entonces Gabriel le regaló a Preguntona todos los libros que colgaban del arbolito y ella se fue contenta a su casa a leerlos

La mamá al verla llegar le dijo a Preguntona
¿De dónde sacaste tantos libros?
Me los regaló el librero.
Y la mamá pensó, cuánto le durará el entusiasmo a Preguntona, ya que su hija enseguida se aburría de todo...seguro que dentro de un ratito, volverá a merodearme y a fastidiarme con sus preguntas....sí, cuánto más lea, más preguntas me hará...
Pero Preguntona se fue a su cuarto y colgó de un piolín todos los libritos y los fue bajando de uno en uno, había libros rojos, amarillos, verdes, azules, y cada dibujo era un descubrimiento, empezó a leer poesías, le gustaban los poemas porque eran música, pura música, y los leía buscando un ritmo

La bruja, la bruja
se pierde en el aire
sino lleva brújula

Y entonces Preguntona le pidió a su mamá un pote de agua y detergente y fabricó un palito con un redondel y comenzó a soplar y llenó de burbujas toda la habitación

¿Qué hacés Preguntona? Dijo su madre
Estoy encerrando mis versos en una burbuja, mamá.
Su madre sonrió y pensó que quizás los libros pudieran curar de una vez por todas la curiosidad de Preguntona y su manía de preguntar y preguntar....

Te daré mi corazón
En una pompa de jabón

Se animó a rimar Preguntona

Y encontró estos versos preguntones

Quién dibuja las nubes?
y quien pinta colores
en los pétalos de las flores?

Quién enciende el sol
y tomando un pincel
fabrica un redondel ?

Quién crea los sonidos
del viento y sus aullidos?
Quien le pone un delantal
blanco de percal
a la luna otoñal?

Y quien enfría la escarcha
y quien moja la lluvia
y quien levanta el sol
y como el caracol
se asoma a la ventana?


Y entonces Preguntona pensó que este poema de las preguntas tenía una respuesta: DIOS, si, ella pensó que Dios era un pintor, un tanto distraído y juguetón.....

Quién me deja monedas
Bajo la almohada
Cuando se cae un diente
De madrugada?

Y quién enciende las luces
De las luciérnagas
Cuando la noche oscura
No tiene estrellas?

Y quién se bebe el agua
Y se come el pasto
De los viejos camellos
Y me deja regalos
En los zapatos?

Y quién lee la carta
Que yo le mando
Todos los 6 de Enero
A los reyes magos?

Y así Preguntona, comenzó a escribir poesías y llamó a sus poemas ADIVINANZAS

Y adivina adivinador, Preguntona fue creciendo con miles de historias que colgaba del piolín, porque los libros para ella eran como pajaritos supendidos de un piolín que le enseñaban a volar cada vez más alto, bombitas luminosas que adornaban un árbol de Navidad, cartas que vienen y van.

Estos libros son pájaros y nunca los aprisionaré en un estante de la biblioteca, le decía a su madre cuando le pedía que ordenara su cuarto y guardara los libros.
Tenés razón, Preguntona, le decía su mamá, los libros son pájaros sin jaula.

Y de tanto leer Preguntona se fue encariñando cada vez más con las palabras y comenzó a escribir no sólo poemas sino cuentos y luego los colgaba del piolín como ropa tendida, pese a las protestas de su mamá que quería que Preguntona dejara de una vez esa manía de colgar papeles y libros por el aire.

Pero como toda escritora Preguntona quiso ser leida y entonces comenzó a formar con sus poemas y cuentos distintas figuras, primero hizo barquitos de papel y los hizo navegar por las acequias de las veredas y se quedó esperando que algún niño que lo leyera le mandara una respuesta. Entonces se sentó en el cordón de la vereda esperando que el barquito retornara. Hasta que una tarde llegó la respuesta, la punta del barco hecho con papel de diario encalló en su zapato y preguntona leyó una letra despatarrada que decía:

Me gustó tu poema barco, ahora quiero un poema que sepa volar, y entonces Preguntona tomó al azar un poema del piolín e hizo un avioncito de papel y subiéndose a la terraza dejó que un viento juguetón lo remontara como un barrilete y lo vió perderse por los techos de las casas.

Y entonces se quedó en la Terraza mirando el cielo a ver si su lector invisible le mandaba una respuesta y una tarde vió un barrilete ondeando en el aire que una ráfaga de viento hizo aterrizar en la cima de un árbol, Preguntona se subió al árbol y encontró un mensaje:

Las palabras te harán felíz Preguntona
Con ellas crecerás y alimentarás los sueños
De todos tus lectores
Ahora quiero que tus palabras se multiplique en libros

Y Preguntona empezó a soñar que era una escritora famosa y que todos los libros que escribía ardornarían el arbolito de Navidad de Gabriel el librero del barrio y que otros niños podrían leerlos y colgarlos de un piolín para aprender a volar.

Corriendo por la escalera bajo al patio de su casa y le dijo a su mamá:

¿Sabés que voy a ser cuando sea grande?
ESCRITORA dijo Preguntona con orgullo.
Y fue a su cuarto y descolgó los papeles del piolín y los fue acomodando en una carpeta para ver a Pedro, el imprentero y pedirle que le hiciera su primer libro, y ¿cómo se llamará el libro le preguntará Pedro El imprentero? DOÑA PREGUNTONA.

Y colorín, colorado, la historia de DOÑA PREGUNTONA se ha acabado...